“Cumplamos las promesas que hicimos a nuestras hijas”
Ranjana Kumari tenía 42 años cuando asistió a la Conferencia de Beijing en 1995 como Coordinadora de la Red de Asia Meridional para las Mujeres en la Política. También era la Directora del Centro de Investigación Social en la India en ese momento, una posición que aún ocupa en la actualidad.Fecha:
Cuando recuerdo la Conferencia de Beijing, me viene a la mente la sensación de celebración. Pienso en la cadena de mujeres que organizamos en Beijing, cogiéndonos de las manos y rodeando el edificio de la conferencia. Todavía puedo sentir la valentía, la fuerza y la resolución de mis hermanas rwandesas. Actualmente, Rwanda tiene uno de los índices más altos del mundo en cuanto a participación política de las mujeres. Pese a que tienen reservado el 30 por ciento de escaños para las mujeres, la representación ha superado esta cifra y actualmente se sitúa en el 63,8 por ciento en la Cámara Baja y en el 38,5 por ciento en la Cámara Alta.

En la Cuarta Conferencia Mundial de 1995, el Centro de Investigación Social, junto con otras organizaciones regionales, subregionales e internacionales, facilitó consultas que abordaban la cuestión de la participación de las mujeres en la esfera política. Reconocimos las limitaciones a las que se enfrentaban las mujeres en todos los sistemas de gobierno. Independientemente de si se trataba de sistemas democráticos o autocráticos, las mujeres no tenían suficiente representación. En 1995, los datos mundiales reflejaban de forma abrumadora los muchos obstáculos que afrontaban las mujeres en términos de participación en órganos electos. A lo largo de la conferencia, se debatieron muchas estrategias para impulsar la colaboración equitativa de las mujeres en la política. Sin embargo, actualmente, a nivel mundial, las mujeres constituyen únicamente el 21,7 por ciento de representantes electos. En la India, la participación de las mujeres es tan sólo del 10 por ciento.
Hoy en día, 89 países han garantizado algún tipo de representación para las mujeres desde la Conferencia de Beijing. Diversos países han ido más allá y promulgado leyes para proteger a las mujeres ante todas las formas de violencia.
Me entusiasma el examen de Beijing+20 porque el Centro de Investigación Social ha luchado mucho para asegurar la rendición de cuentas de los gobiernos respecto a las medidas adoptadas durante los últimos 20 años para mejorar la condición de las mujeres. Asimismo, debemos hacer un balance de la situación actual de las mujeres en todo el mundo e identificar los retos que tenemos que superar para alcanzar el sueño compartido de Beijing.
Entre los principales retos que debemos afrontar se incluyen formas extremas de violencia contra las mujeres como, por ejemplo, el feticidio femenino, las agresiones sexuales y las condiciones graves de salud y pobreza. Además, cumplir con las necesidades básicas de las mujeres como el agua potable segura y el saneamiento siguen siendo una tarea pendiente. Para solventar estas cuestiones, me parece fundamental centrarnos en el papel que desempeñan las mujeres en la gobernanza, ya que es un aspecto vital para propiciar el progreso de las mujeres.
Aplaudo la iniciativa de Beijing+20 porque ya no se trata de una cuestión de empoderar a las mujeres sino que ahora el desafío radica en empoderar a las sociedades, las comunidades y los Estados a fin de que acepten a las mujeres como iguales. Por eso, mi consigna para Beijing+20 es: “Las mujeres son iguales”. Espero que Beijing+20 contribuya a fortalecer el movimiento mundial de las mujeres para lograr el empoderamiento, la autonomía y la igualdad para las mujeres. Hemos avanzado una generación y debemos cumplir las promesas que hicimos a nuestras hijas mientras cantábamos las canciones de victoria y bailábamos al son de los tambores de nuestras hermanas africanas, mientras hablábamos y compartíamos nuestras experiencias en Beijing en 1995.