Contra los espíritus, derechos

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Monica Paulus
Foto cortesía de Monica Paulus

Ser acusada de brujería en las aldeas del altiplano de Papua Nueva Guinea es algo común. Con demasiada frecuencia, las muertes, enfermedades, accidentes o robos se atribuyen a ‘la bruja’, una de las vecinas de la comunidad. Mónica Paulus, defensora de los derechos humanos, dedica su vida a proteger a mujeres de este tipo de acusaciones sin fundamento. Con valentía y determinación, ella rescata a mujeres y niñas de castigos tremendos o incluso de sentencias de muerte.

A contracorriente de convicciones y creencias fuertemente arraigadas en las comunidades, Mónica se afana para proteger a estas mujeres, lo que con frecuencia significa alejar a las mujeres de la comunidad. Y mientras hace todo lo posible para que tengan acceso a la justicia y para que puedan llevar a sus agresores ante los tribunales. Unas veces ganan y otras pierden, pero Mónica no se rinde nunca.

“Hay dos factores que me han ayudado a llegar donde estoy hoy: una voluntad de hierro y también el haber sido víctima de violencia en mi propia piel. Yo tuve que afrontar esa situación sola, sin ayuda y por eso hoy quiero estar junto a las mujeres que sufren ese trance. Tenemos que apoyarnos unas a las otras y recordar que hay una necesidad real de ese apoyo. Las mujeres que sufren violencia agradecen profundamente ese apoyo. Y es esa necesidad real la que me da fuerza para hacer mi trabajo de defensora de derechos humanos”.

Caso tras caso, el compromiso de Mónica crece. “Nunca debes dar un paso atrás por ser mujer”, afirma rotunda Mónica. “Si crees que puede hacer algo, hazlo. Tenemos que apoyarnos en la defensa de nuestros derechos humanos. Si no hay respecto, no hay equilibrio en el mundo”.

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