La sargenta de policía más tenaz de Timor-Leste

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Women of achievement
Foto cortesía de Sergeant Amelia de Jesus Amaral

A esa joven y menuda oficial de policía la conocen todas y todos. Aunque no conduce, no hay distancia que se le resista. La sargenta Amelia de Jesus Amaral camina los kilómetros que sean necesarios para recoger una denuncia de violencia doméstica. Galardonada con el prestigioso premio Defensora de la Igualdad de Género 2014 otorgado por la Secretaria de Estado para la Promoción de la Igualdad en noviembre de 2013, Amelia es un referente muy poderoso para la sociedad timorense. En un país donde las fuerzas de policía tienen menos de un 20 por ciento de mujeres entre sus efectivos, Amelia es una de las veteranas de la Unidad de personas en condición de vulnerabilidad de la Policía Nacional de Timor-Leste, una de las más difíciles por tratar delitos que son culturalmente aceptados por la sociedad y donde las y los sobrevivientes tienen que superar innumerables barreras para acceder a la justicia.

Cada día esta madre de dos hijos afronta peligros y amenazas, pero no se apoca pues los considera parte de su trabajo. Más bien al contrario, refuerzan su compromiso con las mujeres que sufren violencia. Es una de las mejores divulgadoras de la ley contra la violencia doméstica vigente en el país, difundiendo información en las comunidades rurales de Covalima, a siete horas de la capital, Dili.

Tras las charlas informativas, Amelia distribuye su número de teléfono entre las asistentes y les aconseja: “Si te agrede, llámame, que vengo a recogerte y te llevo al refugio. Yo te ayudo a que tu denuncia llegue a quien tiene que llegar. Es nuestro trabajo atenderte y llevar tu denuncia a la Oficina del Defensor”.

Su profundo sentido ético y compromiso con la ley es el motor que le lleva a luchar contra las injusticias. Es así desde que siendo una niña soñaba con ser policía: “A los policías el Estado nos paga por cumplir con nuestro deber”, asegura. “Mi labor consiste en encaminar a las sobrevivientes a los servicios de atención, ayudarlas a recibir tratamiento médico cuando es necesario y cualquier otro tipo de apoyo necesario para superar el trauma. También las ayudo a tramitar sus denuncias en la oficina del Defensor.  Para eso me hice policía”.

Las palabras de Amelia tienen mucho eco en la comunidad y sus mensajes se escuchan con atención: “Con educación se producen cambios; sin educación es difícil mejorar la calidad de nuestra nación. Por eso yo les digo a las mujeres con las que trabajo que no se achiquen, que juntas podemos encontrar soluciones a los problemas”.

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